viernes, 6 de mayo de 2016

Textos dialogados

El diálogo es propio de la lengua oral, pero aparece también en los textos escritos, en los diálogos de los personajes en un relato, sin necesidad de la intervención del narrador. En los textos narrativos tradicionales el diálogo podía estar en menor medida que la narración o que la descripción, pero en relatos más modernos y especialmente a partir de la vanguardia del siglo XX, el  diálogo adquiere mucha mayor relevancia, de manera que la obra avanza es por las conversaciones de los personajes o por medio de sus monólogos. El diálogo es la forma elocutiva prácticamente exclusiva en las obras teatrales.

Sirviéndose del diálogo, los personajes reproducen la lengua oral dotando a lo escrito de la espontaneidad y la expresividad de una conversación hablada.

Las principales características de estilo que se pueden encontrar en un texto dialogado son:

Naturalidad: reproduce la forma del habla de las persona. Por lo tanto, nos podemos encontrar con diálogos en los que se utiliza un lenguaje coloquial, infantil o incluso vulgar, dependiendo de los personajes que hablen y su caracterización.

Agilidad: construye un ritmo conversacional mediante expresiones cortas y dinámicas, igual que sucedería en una conversación entre personas.

Expresividad: selecciona intervenciones que revelen las particularidades de cada hablante.

El diálogo escrito intenta, por tanto, recrear la espontaneidad de las conversaciones orales a través de pausas y de una alternancia verosímil de la palabra que nos permita inferir la mayor cantidad de información de los hablantes, con o sin la ayuda del narrador, como ocurre en el siguiente ejemplo sacado de una novela de Max Aub:

"José, que nunca andaba por las ramas, le preguntó:

¿Quieres ser mi novia?
No.
¿Por qué?
Me das miedo.
Te juro que no te tocaré un pelo de la ropa.
Mi ropa no tiene pelos.
Hablo en serio. Soy capaz de hacer cualquier cosa por ti.
¿Hasta de pegarle a Guillermo? (Guillermo: un cadete.)
Sí. Y de llevarme por delante a quien sea.
Chico, ¡qué fuerte te ha dado!
No lo sabes. No hago más que pensar en ti, de día y de noche."

La calle de Valverde, Max Aub.

El diálogo puede presentarse por medio del estilo directo o el estilo indirecto, en la narración:

El estilo directo consiste en reproducir el mensaje original de forma literal. El mensaje aparece entre comillas, aunque también puede recurrirse a otros elementos gráficos como el guión, las letras itálicas, etc. Además, es introducido por un verbo declarativo como: afirmar, comentar, contar, decir, explicar, indicar, manifestar o señalar. En otras ocasiones se usan verbos que añaden información a la cita reproducida: gritar, reclamar, reprochar, subrayar, suplicar, susurrar, entre otros.

La profesora nos advirtió: “Deben traer los materiales para mañana, para que puedan realizar el laboratorio”

En el estilo indirecto el mensaje se introduce con un verbo declarativo seguido de la conjunción que. También puede ser un verbo que comenta o interpreta lo reproducido: aclarar, repetir, recordar, reclamar, observar, advertir

La profesora nos advirtió que debíamos traer los materiales para mañana, para que pudiéramos realizar el laboratorio”.

Lectura del siguiente texto de Aquiles Nazoa:


EXTRACCIÓN SIN DOLOR

El escenario es al antesala de un dentista. 
Llega un pobre hombre con la cara amarrada con un pañuelo, debajo del cual puede vérsele el cachete hinchado y engrasado con unto de gallina. 
Viene a atenderle una enfermera, y empieza el diálogo.
- Tenga la bondad, señorita, ¿cuánto cobra este doctor por sacar un diente?
- Veinte bolívares.
- ¿Veinte bolívares, señorita? No juegue. ¡Ni que fuera un diente de oro!
- Bueno, de dos en adelante podemos hacerle un descuento. ¿Cuántos se va a sacar usted?
- Uno.
- ¿Uno solo? ¿Y por qué no se saca más para hacerle el descuento?
- Porque éste es el único que me queda.
(En ese momento se oye un tremendo alarido en el gabinete del dentista).
- ¡Aaayyyy...!
- ¿Qué fue eso, señorita?
- Un cliente. Debe ser que el doctor le está haciendo una extracción sin dolor.
- ¿Sin dolor, señorita? Y entonces, ¿por qué grita?
- Ah, porque es sin dolor de su alma.
(Se oye un segundo alarido, todavía más espeluznante que el anterior):
- ¡AAAaaayyyyy...!
- ¿Y ése, señorita? ¿Ese es otro cliente?
- No, ése es el mismo. Lo que pasa es que aquí los clientes acostumbran a gritar dos veces: El primer grito lo pegan cuando el doctor les arranca la muela..
.- ¿Y el segundo?
- Cuando les arranca los veinte bolívares. Es una norma que no falla en esta clínica. Y si no, fíjese en ese señor que va a entrar ahora.
(Se abre al fondo una puerta, y por ella sale la cara del dentista, que ordena con un espantoso vozarrón).
- ¡El otro!
(Entra por la puerta un tembloroso caballero. Hay una pausa de silencio, al cabo del cual se oye el clásico grito).
- ¡Aaayyyy...!
- ¿Se fija? Ya le arrancó la muela.
(Nueva pausa de silencio, y revienta otro desgarrador berrido).
- ¡Aaaaayyyyy...!
- Ahora le está agarrando los veinte bolívares.
(Pero inesperadamente se oye un tercer alarido, mucho más tremendo que los anteriores).
- ¡Aaayyy...! ¡No! ¡No! ¡Ay mi madre...!
- Y ahora, señorita, ¿qué es eso?
- ¿Ahora?... Pues, caramba, eso sí que es raro... Esto sí que me desconcierta. Es la primera vez que ocurre... (Con súbito chispazo de inteligencia): ¡Ah, sí! Ahora el que está gritando es el doctor. Ya sé lo que pasa: ¡Seguro que le sacó la que no era!

Ejercicio.

Haciendo uso del libro de Maickel Melamed "El sueño y el vuelo", leído en clase, realiza un diálogo para su dramatización, de la siguiente manera: según tu número de lista, convierte el texto de la página que te corresponde en un texto de diálogo (#1 de la lista - página 1, #2 de la lista, página 2, y así hasta el último de la lista). Los textos narrativos serán "dichos" por el narrador, que se convertirá en otro personaje dentro de nuestra dramatización.




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